La otra tarde, mientras tomaba un café riquísimo, mi día a día me hizo reflexionar sobre la industria de los eventos, y sobre, lo que en el fondo, deberían transmitir por encima de todas las cosas: los valores de la compañía.
Parece que lo único importante es la parte comercial, el retorno en ventas que se conseguirá después…y ni mucho menos es lo más importante. Qué absurdo si nos quedamos solo con eso. Qué vacío.
Los valores de la empresa, son los verdaderos protagonistas y tienen que ponerse en escena por medio de una herramienta tan potente y eficaz, como son los eventos. Así, valores como la innovación, la creatividad, la calidad, la integridad de hacer bien las cosas, en definitiva, la cultura empresarial y la pasión que una compañía pone en lo que hace, pueden transmitirse de la empresa a sus públicos, y ellos a través del evento, poder vivirlos. Un evento «humano» debe generar experiencias y sensaciones, y los públicos deben ser partes del mismo, sentirse implicados.
Por este motivo, la cercanía y la comunicación directa son esenciales. Un evento meramente corporativo o comercial no crea engagement, y desafortunadamente muchas empresas aún no han entendido esto. Esta falta de compromiso viene por una mala estrategia, una mala comunicación, ..en definitiva una mala organización. Si no se implica a todos los factores humanos que componen el evento, todo se olvidará, como decía Maya Angelou.
Me entristece cuando veo que muchas empresas dirigen sus eventos única y exclusivamente al departamento comercial, cuando lo que verdaderamente funciona es que «toda la compañía» entienda por qué y para qué trabaja.
El evento es la mejor forma de crear este compromiso entre los empleados, de generar confianza y de que los públicos se vinculen a la marca, a la compañía. Y unido a una organización basada en una buena RSC, el éxito está asegurado. Ojalá las empresas tomen conciencia de ello, y cada vez haya más eventos inolvidables.
Patricia G.A.
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